Tierras en trance

 
 
 

Additional Info

  • Año: 2017
  • Lugar: Palacio del Quintanar, Segovia
  • Texto:

    Las fotografías, vídeos e instalaciones que encontraremos en las Salas del Palacio Quintanar son un recorrido por los proyectos de Lucía Loren relacionados con el suelo a lo largo de estos últimos ocho años. Creaciones en las que se dan conjuntamente objetivos prácticos, como evitar la erosión o mejorar la alimentación de un rebaño, junto con formas y procesos de marcado carácter artístico.

    En las creaciones de Lucía Loren (Madrid, 1973) confluyen dos corrientes. Una es la de los artistas que trabajan en la naturaleza. Los primeros fueron quienes, en la década de 1960 y bajo el término de Land Art, trataron de crear arte con el territorio. Posteriormente aparecieron otros artistas, que trabajaban en una escala más humana, aliados con la naturaleza más que utilizándola como mero soporte. En lugar de transformar el paisaje como el Land Art, se centraron en fenómenos concretos y en procesos naturales. Sus obras pueden catalogarse como esculturas o instalaciones, aunque la laboriosa manualidad y el material utilizado las separan de las tendencias predominantes, más frías y conceptuales.

    La otra corriente que inspiran estas creaciones es la conciencia del proceso catastrófico de destrucción del medio natural, que no sólo está aniquilando especies y ecosistemas, sino que pone en peligro la misma sociedad humana. Una posición activa al respecto lleva a preocuparse de conocer las problemáticas cercanas, sus causas y los medios con que se pueden contrarrestar.

    Las obras de esta exposición se centran en el suelo, que es, en palabra de la artista “la piel del paisaje” y al que ha dedicado “una serie de  acciones artísticas que pretenden señalar la importancia y vitalidad de esta corteza que nos protege, nos sustenta y nos sujeta a la vida”. Un suelo amenazado por la sequía, la deforestación y la contaminación de diverso tipo. Y al que Lucía Loren aplica una ética del cuidado que finalmente es también una estética. Y lo es porque como es de la naturaleza de donde proceden nuestras nociones elementales de belleza, restaurar aquella es prolongar la vigencia de esta.  Y hacerlo con intención artística convierte en verdad la antigua frase de que “la ética es la estética del futuro”. Las cuatro instalaciones realizadas ex profeso son: Cubierta vegetal, que evoca la fragilidad y la interrelación de los seres vivos del planeta. Circulo de oxigenación, que alude al sofisticado diseño de un raigón capaz de abrir los suelos más duros para permitir que se instale una cubierta vegetal, Madre sal, dónde cuerpo y territorio se funden en un mismo horizonte. Y En el vuelo del suelo , un “monumento” que evoca la conexión de naturaleza y cultura a través de un vástago que va del suelo a la mano, que es madera/materia y es también compañía y apoyo.